
Nadie es dueño de nada, todo es una ilusión, aquel que ya perdió algo que daba por hecho al final aprende que nada le pertenece, y si nada me pertenece, tampoco tengo que perder mi tiempo cuidando cosas que no son mías: mejor vivir como si hoy fuera el primer (o el último) día de mi vida.
Aunque mi objetivo sea comprender el amor y aunque sufra por culpa de las personas a las que entregué mi corazón, veo que aquellas que tocaron mi alma no consiguieron despertar mi cuerpo, y aquellas que tocaron mi cuerpo no consiguieron llegar a mi alma.
Puedo escoger entre ser una víctima del mundo o una aventurera en busca de su tesoro. Todo es cuestión de cómo ver la vida.
¿Miedo de qué? En verdad, soy yo la que debería estar temblando. Soy la que salgo, voy a un lugar extraño, no tengo fuerza física, no llevo armas.
Aquel que se entrega totalmente, que se siente libre, ama al máximo. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Ésa es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo sin poseerlo.
Apartarse de la pasión, o entregarse ciegamente a ella, ¿cuál de las dos actitudes es la menos destructiva?
El amor no está en el otro, está dentro de nosotros mismos; nosotros lo despertamos. Pero para que despierte necesitamos del otro. El universo sólo tiene sentido cuando tenemos con quién compartir nuestras emociones.
Estamos dejando morir una de las cosas más importantes de la vida, necesitaba ser salvada por él, necesitaba ser salvado, pero no me dejó otra elección.
1 comentario:
Guauh Emi, que profundo!¿es tuyo?
Publicar un comentario